jueves, 16 de febrero de 2012

Unos días por Doñana

Doñana es uno de esos lugares a los que todo amante de la naturaleza, bien sea para simple observación, bien para hacer fotografía, debe visitar de forma regular. Siempre que puedo suelo ir a Doñana un par de veces al año: una en primavera, para contemplar la explosión de vida nueva y otra en otoño-invierno para observar la fauna invernante.
Cuando el domingo llegué a El Rocío, ya sabía que había poca agua y que las aves, en consecuencia, estarían muy dispersas por toda la zona. Pero, simplemente por pulsar el ambiente, ver la marisma, contemplar los reflejos de la ermita en el agua al atardecer, tomar unas tortillitas de camarones y un poco de jamón regados con una cerveza (o fino, el que lo prefiera) acompañado de buenos amigos, merece la pena el viaje.
Tuvimos muy mala suerte con el tiempo; no porque lloviera, si no por que hizo mucho frío. La sensación se agudizaba por el aire, ya de por sí a tener en cuenta en la zona.
Bien, pues aquí os dejo unas fotos de parte de las especies que pudimos ver; sobre todo me llamó la atención la gran cantidad de aguja colinegra que había llegado. Vimos también moritos, espátulas, garzas reales, garceta grande, agachadizas, cercetas y chorlitos dorados (aunque éstos, no se dejaron fotografiar bien).









Al atardecer, la ermita de La Blanca Paloma da luz a la marisma de El Rocío y la torre y el campanario relucen en la distancia:





Poco a poco la luz va decayendo, hasta que por fin la noche cae sobre la marisma...


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Lo más emocionante fue el martes, cuando nos encontramos con el lince que estaba cazando conejos. Íbamos de camino al Centro José Antonio Valverde en una visita con Doñana Nature, contando con Antonio Lancho, gran conocedor de la zona y excelente amigo, como experto guía. No hay que hacer demasiada literatura ni utilizar muchos adjetivos; todos imagináis lo que se debe sentir cuando observamos de cerca una especie tan amenazada, tan emblemática y escasa como el lince... Así que, sobran las palabras y ahí están las imágenes. Como siempre ocurre (la Ley de Murphy se cumple con regularidad, al menos en mi caso) no llevaba montada la lente adecuada para la ocasión, si no el 500 y el 1,4x pensando en podría presentarse en el camino a algún morito o cualquier otra ave. El resultado éstá a la vista. Imágenes a las que les sobra bicho y les falta ambiente. Pero buen, ahí están.




Espero que llueva mucho y pronto; si no es así la marisma estará esta primavera muy mal. Pero si lo hace, allí estaré de nuevo, para seguir disfrutando de la fauna y de las luces de Doñana.

4 comentarios:

  1. Un gran comienzo de reportaje y un final con redobles de tambor. Un saludo

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  2. Enhorabuena por la entrada y sobre todo por esa preciosidad de gato. Saludos, tienes un blog de lujo.

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  3. Bueno Luis. Pues no serían esas las imágenes que tú hubieras deseado captar del lince pero, cualquier mundano, se daría más que por satisfecho.
    Además, así hemos podido contemplar su tupido abrigo de invierno.
    Qué llueva, qué llueva.
    Un saludo desde Pucela.

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  4. Hola Luis, una gozada ese viaje a Doñana, las fotos son una chulada y es que no hay mejor cosa que disfrutar con lo que nos gusta y si es con buenos amigos mejor aún. Un abrazo.

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