domingo, 2 de diciembre de 2012

Kenia IV - AVES

Hace más de mes y medio que interrumpí el relato de nuestro viaje a Kenia; otros asuntos que necesitan atención mas urgente se interpusieron, además de la clásica pereza que da ponerse a escribir. Pero retomo la narración en el punto que la dejé con idea de llegar hasta el final.
Cambiaré, no obstante, el hilo narrativo; en lugar de seguir el desarrollo histórico de la excursión seguiré una exposición más metódica por géneros:

AVES

Entre los días 14, 15 y 16 de septiembre, además de nuestras visitas a las zonas de paso para ver si podíamos ver en acción los rebaños de ñus o cebras cruzando el río, no desaprovechas ninguna ocasión para fotografiar lo que, para nosotros, era el núcleo de interés del viaje: las aves de Kenia.

Tengo que reconocer que, movido más por mi interés estético que científico, no estoy al día de las especies y de sus nombre científicos. Cuando conozca su nombre científico, iré haciendolo constar. A medida que vaya identificándo las restantes, iré añadiendo el  nombre científico de cada una de ellas.

Jorge nos supuso una gran ayuda con su conocimiento de ellas y de su medio. Cuando divisábamos alguna especie inmediatamente enfilaba el Land Rover hacia ella y, con precaución para no asustarla, nos colocábamos en la mejor situación de luz posible, para tratar de obtener buenas fotos. De esta forma "inmortalizamos" en nuestras tarjetas a las siguientes:











El águila marcial, ejemplar al que tuvimos la suerte de encontrar cerca de un termitero dando cumplida cuenta de un cochinillo de facochero que acababa de capturar, nos causó una gran impresión. Por su porte, por sus garras, por su cara de pocos amigos, me recordó a nuestra águila perdicera. Todo un lujo porder contemplarla tan de cerca.

Los dos martínes pescadores son sólo un aparte de los que viven en África y en Kenia en particular. El de mayor tamaño tenía su posadero al lado de la terraza de cesped, a la orilla del río Mara, donde desayunábamos diariamente.  El pequeño, el martín malaquita, es diminuto pero tiene todos los rastos clásicos del la familia de los martines (colorido, pico, rapidez de reflejos, vuelo rapidísimo, etc.).

El pájaro secretarío no nos dio tantas oportunidades como otras especies a la hora hacerle buenas fotos; la luz era ya dura, íbamos con cierta prisa porque nos habían avisado que un gran rebaño de cebras se aproximaba al río y podrían intentar el paso, en fin, que no pudimos dedicarle el tiempo necesario para obtener las fotos que se merecía.







En el mismo Camp, en un comedero donde se echaban migas de pan y restos de comida, pudimos hacer fotos a numerosas especies, entre ellas, a algunas de mirlos metálicos, con colores que dejan pálidos a los de nuestra fauna ibérica más colorida (abejarucos, martines, carracas).












Ver en plena sabana a las grullas coronadas impresiona; se mueven con una gracia y una elegancia increibles. Sin embargo, no por ello dejan de picotear el suelo y las hierbas capturando artrópodos y anfibios que consituyen su alimento.

La carraca lila era, sin duda, uno de mis principales objetivos al planificar el viaje y desde luego que tuve ocasión de fotografiarla a conciencia; primero, en el lago Nakuro y, más tarde, en el Massai. Y cuando vuelvo a ver las imágnes me reafirmo en que es una de las aves más bellas que conozco.

Si hay un ave que rompe los esquemas en cuanto a su aspecto físico es sin duda el ave martillo. Tiene una gran embergadura y una cabeza dotada de un pico fuerte y poderoso. Sus colores no son llamativos pero "tiene algo" que la hace especial. A mí, personalmente, me encantó y le hice una buena serie de fotos, entre ellas, una con un ratón que acababa de capturar.

Y también tuvimos ocasión de ver una pareja de avestruces. Grande, grande el macho, sin ninguna duda.


 Buitre torgo


 Buitre de Rupell


Stepped eagle

Aguila crestada

Águila de Bateleur


 Avutardas de pecho gris, macho y hembra

 Marabú


 Avutarda de Kori

 



Jabirú o cigüeña de pico ensillado

Entre las rapaces, el buitre torgo (Torgos tracheliotus), el buitre moteado o de Rupell (Gyps ruepellii), el águila crestada (Lophaetus occipitalis), además del águila marcial ya reseñada, fueron las de mayor tamaño que pudimos observar. En vuelo, muy lejos (la foto está bastante recortada), contemplamos evolucionar al águila de Bateleur o volatinera  (Lophaetus occipitalis).

 Turaco enmascarado



 Avutarda de pecho gris


 Alcaudón dorsigris


La avutarda de Kori (Ardeotis kori) es tan grande como la nuestra, sin embargo, su comportamiento es completamente distinto; en lugar de ser esquivas y recelosas, se muestran confiadas y se dejan acercar lo suficiente como para poder fotografiarlas a placer, sin necesidad de grandes objetivos. Lo mismo ocurre con sus parientes más pequeñas, del tamaño casi de nuestros sisones, la avutarda de cabeza gris y la de cabeza negra.
 
Otra de las aves que llevaba en mente fotografiar era la cigueña de pico ensillado o jabirú (Ephippiorhynchus senegalensis) , impresionante con su pico de varios colores y su plumaje blanco y negro con reflejos verdes, azulados y morados. Tanto en el Nakuru como en las marismas de Musiara pudimos hacer fotos de ella.

Muy parecido en diseño a nuestro alcaudón real o meridional, pero de mayor tamaño, es el alcaudón dorsigris al que sorprendimos en una bandada de doce individuos cazando insectos en el suelo.

Muy curiso también un pájaro con una cresta conspicua y un pico como los loros; el turaco enmascarado.

domingo, 7 de octubre de 2012

KENIA III (Seguimos en el Maasai Mara)

Ya he dejado constacia en la anterior entrada de la impresión que recibimos al llegar al Maasai Mara y "ponernos en manos" de Jorge Alesanco. En ésta seguiré contando historias y subiendo fotografías pero sin estar ya limitado a una exposición fielmente cronológica. No respasaré día a día, pero sí señalaré las actividades que más nos llamaron la atención.

Bien es verdad que nos trajimos una pequeña desilusión: A pesar de haber dedicado bastantes horas, tres de los seis días, a esperar frente a los lugares típicos por donde ñús y cebras cruzan el río Mara en uno u otro sentido en su proceso de migración anual, no pudimos gozar de dicho espectáculo, por otra parte, bien conocido a través de cientos de documentales televisivos.








Únicamente en una ocasión pudimos contempar el cruce de una cebra, el macho dominante de un pequeño grupo familiar de seis o siete que, desesperado por llegan "al paraiso" que esperaba encontrar en la otra orilla, se lanzó al agua, cruzó sin ningún problema y, con unos "ladridos" que nos daban pena (si ese sentimiento cabe frente a un hecho normal en la naturaleza), muy cerca de nuestro coche, llamaba y animaba al resto de su grupo para que cruzase.



  Los cocodrílos esperaban pacientemente anclados en medio de la corriente o en las orillas, a que el grueso de las manadas se decidiesen a dar el paso y poder, así, darse un buen festín. Pero tuvieron que esperar porque el fenómeno no se produjo. También los hipos daban ambiente al paisaje con sus moles tendidas al sol bajos los cortados arcillosos de la rivera.




 

Las esperas para ver el cruce fueron interesantes porque tuvimos ocasión de ver y fotografiar otras especies cerca del río. Una garza de cabeza negra nos dio un recital con un lagarto, bastante grande, que acababa de atrapar y que luego se tragó enterito. Los facocheros y los babuinos también contribuyeron a hacernos menos largas las esperas.





Y cuando llegaba la hora, una sombra nos permitía tomar el pic-nic confortablemente instalados en las mesas y las sillas, estilo "Memorias de África" que nuestro anfitrión, Jorge, llevaba preparadas en el coche.



De regreso al campamento, una de las tardes, tuvimos oportunidad de observar cómo la tormenta que había pasado ya por la zona, dejaba dibujado un precioso arco irís en el cielo. El aire, sin contaminación alguna, se había vuelto, de repente, más claro y transparente y un olor a tierra mojada inundaba la sabana.




¿Se puede pedir más para acabar la jornada?