jueves, 8 de julio de 2010

El elanio de la mano de GREENEXTREMADURA






Como continuación a mi última vista a la zona de Cáceres donde GREENEXTREMADURA tiene desplegados los hides que ofrece a los fotógrafos que deseen utilizarlos, a un más que razonable precio, el lunes día 5 de julio volví a tener el gusto de fotografiar y observar al elanio en su hábitat natural.

Todos sabemos que es un bicho precioso; pero hay que tenerle posado a 15 metros para observar, bien a través de los prismáticos, bien a través del visor de la cámara, su sedoso plumaje blanco; las posturas tan plásticas que adopta, y, sobre todo, ese par de ojos color rojo sangre, enmarcados por una sobresaliente ceja y una cuenca ocular negra, para darse cuenta de los maravilloso que es.

Cuando el trabajo está bien hecho, bien hecho está. Quiero decir con esto que el lugar para poner el hide esta perfectamente elegido, frente a un posadero natural que el pájaro acepta sin ningún tipo de recelo. Cuando llega al posadero su proceder es de lo más natural: se olea, estira sus alas, otea el horizonte tratando de localizar el vuelo de su pareja o la aparición de una posible presa, etc.

Me llamó poderosamente la atención el hecho de que, en el plazo de dos horas, acudiera el macho dos veces, portando sendos trigueros como presa para la hembra. No creía yo que se tratase de un ave tan ornitófaga. Lo que todos hemos leído es que se alimenta, preferentemente, de pequeños roedores (topillos, ratones de campo, etc.) y de algunos grandes insectos (langostas, libélulas). Pero, como suele ocurrir con las rapaces, algunas parejas se especializan en un tipo de alimentación que en otros individuos de la especie, localizados en otras zonas, son excepcionales.

Los hábitos vespertinos de esta rapaz permiten tomar fotos con luces de atardecer, bastante suaves, lo que facilita la gestión de los blancos evitando que se quemen. Pude estar en el hide hasta las 20,45 h. tranquilamente.

A la mañana siguiente madrugón y visita a las lagunas de la zona del pantano de Arrocampo, donde tuve la suerte de pillar a este calamón con luces excepcionalmente cálidas. Una garza real y un grupo de cinco ortegas que aparecieron de repente, completaron la jornada.